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Juego de Tronos ya no es perfecta pero sigue siendo increíble

Los caminantes han tenido mucho protagonismo en la séptima temporada de Juego de Tronos

Ya era hora de que hablásemos por aquí de séptima temporada de Juego de Tronos. La ficción creada por George R.R. Martin, David Benioff y D.B. Weiss va llegando a su final y se ha notado muchísimo. Cada vez se va volviendo más previsible, no mueren protagonistas como antes y los fans acertamos con nuestras teorías con una facilidad inusitada anteriormente. También hemos detectado algunas trampas impropias de la serie de HBO aunque algunas de ellas eran necesarias para poder mover las tramas de forma ágil teniendo en cuenta que eran siete y no diez episodios. Aún así, nos sigue encantando y nos mantiene en vilo de principio a fin.

Paradójicamente, el invierno llegó en el mes de julio después de siete años esperando. Y lo hizo con tres episodios menos de lo habitual, un claro indicativo de que necesitaban más dinero para efectos visuales y recreaciones de grandes batallas. La serie tenía fecha caducidad y sólo trece episodios (siete este año) para contarnos lo que nos quería contar: quién consigue sentarse al fin en el trono de hierro y qué demonios ocurrirá cuando el Señor de la Noche atraviese el Muro. Quizás este recorte de metraje haya sido un lastre para toda la tela que queda por cortar en Juego de Tronos. En mi opinión ha jugado claramente en su contra, y ha pecado de justo lo contrario que casi todas las series, encogimiento de las tramas.

El desembarco en Poniente le ha deparado muchas sorpresas a Daenerys en la séptima temporada de Juego de Tronos

La ausencia de esos tres episodios ha provocado que las tramas fluyeran a un ritmo impropio del drama de HBO. Así, los personajes se han desplazado por Poniente a una velocidad que no habíamos visto antes, algo que no es tan dramático como quieren hacernos creer, pero sí es verdad que en los viajes podrían haber ocurrido más cosas que justificaran las decisiones que toman, y les dieran más profundidad. Las únicas tramas que han mantenido la esencia han sido las de Invernalia y Desembarco del Rey, pero cuando Juego de Tronos se mete en el terreno de la fantasía es cuando empiezan las discordancias. Nunca he ocultado que es la parte que menos me interesa y quizás por eso no pueda ser objetivo.

Tradicionalmente, las narraciones fantásticas requieren un esfuerzo por parte del espectador para que resulte creíble. Uno de los puntos fuertes de este drama era precisamente el realismo con el que afrontaba la historia. Era mágica sí, pero tenía toda la dureza de la Historia, que no dulcifica nada. Por eso resulta chocante ver cómo situaciones que antes se resolvían con sobriedad y rigor, ahora se resuelve con un deux ex machina, que no ha habido tantos como dicen y quizás hay una confusión con respecto al término, como bien dice Marina Such en el podcast de Fuera de Series del sexto episodio. Este año hemos tenido que hacer un esfuerzo extra, sin más.

¿Ha sido decepcionante la séptima temporada de Juego de Tronos? Para nada. La serie me sigue pareciendo brillante, posiblemente la mejor en emisión con permiso de Twin Peaks. La maestría a la hora de dar giros en la trama aunque sean un poco más previsibles fruto de que estamos llegando al cuello de botella de las tramas, algo que provoca que acertemos un poco más en las teorías. Aunque el nivel de sorpresa esté siendo menor no podemos evitar estar al borde del sofá y esta temporada prácticamente hemos visto la serie desde ahí. El nivel visual y técnico ha alcanzado al cine y las batallas han sido espectaculares, desde la increíble derrota de los Lannister contra los dragones y dothrakis de Daenerys, la de los siete suicidas más allá del muro o la sorprendente batalla naval del segundo episodio, cuando el espectador es partícipe de la confusión que también sienten los personajes, como ocurrió en la batalla de los bastardos. Y ahí reside el mérito de sus directores, la planificación en primera persona es terrorífica, agobiante por momentos.

La Reina Cersei ha conseguido mantenerse en el trono toda la séptima temporada de Juego de Tronos

En definitiva, como fiel fan de la serie que soy, pero también de los que intentan ser objetivos con lo que están viendo, he tenido que resaltar esos pequeños fallos que me han molestado de estos siete episodios, que me han hecho disfrutar un poco menos. Pero Juego de Tronos me sigue fascinando, el choque entre el mundo medieval histórico con la magia y el fantástico sigue estando muy bien integrado y eso es algo muy difícil de conseguir. Ahora toca esperar de nuevo.

¿Qué te ha pasado, ‘The Walking Dead’?

Mover a la papelera

The Walking Dead, cómo ha cambiado la gran serie de zombies

Hace unas semanas se despedía hasta octubre The Walking Dead, una de las series que más controversia está generando en la blogosfera y las redes sociales. El debate sobre su calidad está en boga ahora que sus defensores más acérrimos (entre los que me encuentro) también empiezan a cansarse de su lentitud, sus capítulos de relleno, personajes que no van a ningún sitio y una trama muy previsible. En algún punto del camino, la serie de AMC (FOX en España) se ha convertido en Smallville, es decir, sólo ocurren cosas en el primer y último episodio de la temporada. Ha llegado el momento de hacernos unas preguntas.

Nuestra percepción de The Walking Dead

Es posible que muchos de nosotros hayamos crecido viendo películas de zombies y en el momento en que llegó The Walking Dead nos fascinó la idea de trasvasar el género a la televisión. Después de un comienzo prometedor capitaneado por Frank Darabont, la serie entró en una dinámica en la que los personajes intentaban establecerse en un sitio seguro sin éxito. Se convirtieron así, temporada tras temporada en un grupo errante, nómadas exprimiendo todo lo que el terreno podía ofrecerles y marchándose a otro sitio en cuanto la cosa se ponía imposible.

Entonces, la psicología de los personajes y su adaptación a la nueva realidad del mundo fue lo que más me interesó de The Walking Dead, por encima de la acción, de los zombies y de los villanos de turno. Ese momento introspectivo se produjo desde la huida de la cárcel hasta la llegada a Alexandria. Muchos fans creen que éste momento es el más aburrido de la serie, más que nada porque hay poca acción y muertes. Yo discrepo porque es durante la sexta y la séptima temporada cuando la serie entra en tierra de nadie. Capítulos vacíos de contenido, tramas estiradas hasta el aburrimiento y personajes mal desarrollados.

Llegados a este punto, tras analizar por qué no me han gustado la sexta y la séptima temporada, he descubierto que tampoco hay tantas diferencias con las demás. Entonces me hago la pregunta que creo que todos debemos hacernos: ¿The Walking Dead siempre fue una serie mediocre, o es que me he cansado de ella y la veo de forma diferente? Claramente, la serie se está agotando a marchas forzadas, por más que sigan ocurriendo cosas interesantes o que la imaginación de Kirkman en el cómic siga ofreciendo ocurrentes formas de morir o algún que otro villano temible, su momento ya pasó y todo lo que queda a partir de ahora será una trayectoria descendente.

Negan y los cliffhangers

Jeffrey Dean Morgan es Negan en The Walking Dead

Negan tiene su parte de culpa en la depresión colectiva tras la séptima temporada. La aparición «estelar» del nuevo villano (a mí no me pareció nada interesante, como expresé tras el 6×16) no era suficiente como para supeditar toda la sexta entrega a su «inminente» aparición. Las altas expectativas que nos crearon jugó en contra de la ficción, que tenía un reloj en cuenta atrás que nunca llegaba a cero. Esperábamos la llegada de Negan desde que se nombró al actor que lo encarnaría, y nos chafaron la sorpresa porque sabíamos que todas esas victorias parciales de Rick y compañía nos llevaban hacia ser apaleados por Lucille.

Después está el tema de los cliffhangersLos guionistas jugaron con nosotros para conseguir audiencia de forma poco éticaThe Walking Dead saltó el tiburón en aquel 6×03, cuando Glenn se zafó de la horda de caminantes escondiéndose bajo el contenedor de basura y no resolvieron el asunto hasta casi el final de la midseason. Después, un disparo a Daryl en el 6×15 o la víctima indeterminada de Lucille en el 6×16, nos obligaba a maldecir a los guionistas. Como vimos en octubre, el 7×01 habría sido una excelente season finale.

Zombies inofensivos

Mucha de la fuerza de The Walking Dead siempre ha residido en la supervivencia ante una amenaza tan desconocida como los muertos vivientes y la escasez de víveres, un poco como en Perdidos, cuando buscar agua era el drama. Con el paso de las temporadas, los otros grupos de supervivientes se han convertido en el gran problema de los protagonistas. Algo lógico e interesante, por supuesto, pero se han olvidado de que los caminantes son letales, que un simple arañazo o entrar en contacto con sus fluidos te podían costar la muerte. Ahora, las refriegas con caminantes se resuelven fácilmente y los revolcones no tienen ninguna consecuencia. Se echa de menos que perdamos más personajes por el camino, lo cual ha convertido a la serie en predecible y sólo podemos esperar algo inesperado en los primeros y últimos episodios. Curioso concepto que lo resume todo: esperar lo inesperado.

Carol (Melissa McBride) cuando en The Walking Dead los zombies eran peligrosos

La séptima temporada, siempre en mi opinión, se ha movido en tierra de nadie, mezclando episodios insulsos unipersonales, como aquel de Tara, los monólogos de Negan, la cara traumatizada de Rick y la aparición de un rey que tiene un tigre. Por supuesto, ha habido momentos muy interesantes, eso no lo va a perder The Walking Dead, y por eso seguimos viéndola. O quizá todo esté bien y sea nuestra percepción y entonces tengamos que hacernos la siguiente pregunta: ¿Eres tú o soy yo?

El final de The Good Wife fue agridulce e insuficiente

Final de The Good Wife

El pasado domingo finalizó en Estados Unidos (anoche en FoxLife) una de las mejores series de los últimos años, The Good Wife. Como ocurre con la mayoría de finales, éste ha decepcionado a muchos y ha gustado a otros tantos. El drama legal de CBS ha sido un referente del feminismo en televisión pero también una lección magistral de guión, por eso este final nos deja un sabor agridulce.

A partir de aquí hay detalles del último episodio de The Good Wife.

Empecemos por las cosas buenas que nos ha dejado el final de The Good Wife, que han sido pocas pero muy importantes. Lo mejor ha sido el regreso de Will Gardner en forma de subconsciente de Alicia, a quien parece recurrir para obtener las respuestas que necesita para ganar el juicio o para elegir con quién quedarse. La secuencia del beso en la cocina es la más emotiva del episodio y una merecida despedida para el personaje de Josh Charles, que murió de forma abrupta en la quinta temporada. La escena final también me ha parecido correcta de forma visual y dramática, es decir, me ha gustado el qué y el cómo pero no me ha convencido el por qué hemos llegado a ella. Ambas secuencias resumen y empaquetan la serie de forma correcta, pero un recorrido de siete temporadas merecía una episodio completo de cierre y no sólo pinceladas.

Josh Charles volvió en el final de The Good Wife

Empecemos a desgranar por qué pienso que el final de The Good Wife ha sido insuficiente. La última temporada, y en especial esta segunda parte, se ha dedicado a intentar emparejar a Alicia, un personaje que tras la muerte de Will había enterrado su romanticismo y había aprendido a no necesitar amar y ser amada, y a tener relaciones esporádicas sin expectativas como con Finn Polmar o Johnny Elfman. Siempre ha planeado la posibilidad de emparejarse y divorciarse de Peter, pero siempre como catalizador para una mayor independencia de la protagonista. Por tanto, no me parece correcto que la trama de Jason haya llegado a ser prácticamente central en la recta final de la temporada y la serie, por consiguiente.

Y no me parece correcto porque The Good Wife ha marcado un hito creando personajes femeninos poderosos, capaces de ser el motor de un drama legal, tradicionalmente gobernadas por los hombres. La independencia económica y sentimental, el poder, la inteligencia, e incluso la mala leche ha estado en posesión de las mujeres. La ambición de Alicia ha sido el motor de la serie, su evolución de ama de casa a socia de bufete y, quién sabe, si una política importante; por eso la escena final se desvirtúa cuando la bofetada no es más que la versión pija de los tirones de pelos de las adolescentes cuando se pelean por los hombres. En mi opinión, es Diane la que sale peor parada del conflicto porque da prioridad a la reputación de su marido a pesar de que está retirado y no debe importarle lo más mínimo, a la libertad de un cliente, aunque es cierto que Alicia, a sabiendas de que necesitaba la absolución de Peter para librarse de él para siempre, utiliza la carta de la aventura de Kurt con su alumna para desacreditarlo. Una decisión moralmente reprobable tomada para beneficiar a un cliente, pero movida por razones sentimentales.

El juicio al marido de Alicia marcó el final de The Good Wife

Desde el punto de vista narrativo, el último episodio no me ha parecido digno de ser el final de The Good Wife, principalmente porque desde siempre ha sabido dar giros asombrosos a los casos y resoluciones dramáticas muy poderosas. La resolución del caso de Peter me parece muy pobre, con giros y revelaciones superfluas que no han hecho más que perder el tiempo. De hecho, ni siquiera parece un cierre de un drama, no hay apenas sentimientos, no hay tensión y a muchos personajes no se les da un cierre digno, algunos ni aparecen. El tratamiento que se le ha dado a Cary o Diane ha sido indigno de ellos, la primera reducida a la bofetada y la aportación de Cary, convertido en profesor, ha sido introducida sólo para que apareciera Matt Czuchry. El juicio en el penúltimo capítulo, así como el anterior con la fiesta en casa de los Florrick me parecen interesantes para dar carpetazo a muchos personajes y acabar con la materia judicial, pero el último se merecía algo más.

La conclusión tras el final de The Good Wife es la de siempre, lo que importa es el camino y el camino de esta serie ha sido brillante, nos ha dado televisión de altísima calidad durante al menos cinco temporadas y destellos en las dos últimas, nos tenemos que quedar con eso. Pero también es verdad que hasta el último segundo todo es serie y los creadores Robert y Michelle King, que han hecho un trabajo impresionante, debieron esforzarse un poco más en esta recta final para redondear esta maravilla (in my opinion).

El anuncio del final de The Good Wife nos provoca sentimientos encontrados

The Good Wife finalizará este año

El sentido del espectáculo de los americanos no tiene límites, ni siquiera a la hora de anunciar el final de una serie. La Superbowl fue el momento elegido por la CBS para emitir un spot en el que pone fecha de caducidad a una de las mejores ficciones de la televisión actual, The Good Wife, algo que todos esperábamos después de que el matrimonio King, y después Julianna Margulies, anunciaran que no estarían en una hipotética octava temporada. Una cancelación no suele ser una buena noticia pero en este caso, creo que todos sabemos que es mejor así.

Los creadores de The Good Wife, Michelle y Robert King, dijeron tiempo atrás que la historia de Alicia Florrick y compañía no daba para más de siete temporadas, un tiempo que se habían fijado como tope para un trabajo en el que han estado volcados durante muchos años. Eso, y que ya tienen otro proyecto desarrollado para CBS, Braindead, radicalmente opuesta, que verá la luz este mismo verano. En una entrevista, el matrimonio desveló que la decisión de la cadena honraba a la serie porque podría acabar como ellos tenían pensado.

En cuanto al regreso de personajes que salieron, como el de Kalinda (Archie Panjabi), los guionistas la descartan por completo, sin embargo sí veremos a otros como Robyn (Jess Weixler) o Kurt McVeigh (Gary Cole). Sobre el final han comentado que será inevitable y sorprendente al mismo tiempo, buscando uno de esos finales relevantes que son finales felices y tristes al mismo tiempo.

Mujeres poderosas en The Good Wife

Personalmente, la decisión de poner fin a The Good Wife por parte de la cadena y sus productores ejecutivos me parece muy acertada. Por un lado, la serie estaba dando síntomas de agotamiento desde la sexta temporada y nunca se ha llegado a reponer del todo de la salida de uno de sus personajes más importantes. Pero también es cierto que incluso en sus momentos más bajos, sus episodios brillan por encima de la media de sus competidores, y eso no es fácil. Por eso siempre digo que The Good Wife podría durar para siempre, porque no sólo es la trama de Alicia Florrick sino la cantidad de temas que puede tratar, sus ramificaciones políticas, judiciales, empresariales, raciales, sociales o el feminismo son un máster en funcionamiento del mundo en general y de Estados Unidos en particular.

Los guionistas nos sorprenden con casos y episodios que van tan de la mano con la actualidad que incluso parecen premonitorios, y lo hacen creando debate en boca de los personajes sin posicionarse de uno u otro lado y poniendo al espectador ante una disyuntiva que puede hacerle cambiar su perspectiva sobre el tema, haciéndonos sentir inteligentes. The Good Wife también nos ha demostrado que en una televisión generalista como CBS se pueden hacer productos de la misma (o mayor) calidad que en las cadenas de cable. En esta serie, la sutilidad y la inteligencia han sido las armas más importantes de sus guionistas, que nos han contado de todo sin desnudos ni tacos, y en veintitantos capítulos por temporada el desgaste ha sido mínimo. Por eso tenemos sentimientos encontrados, porque por un lado sabemos que las series deben tener un final digno, pero por otro sabemos que en realidad The Good Wife podría ser eterna. 

El final de Mad Men, Don Draper siempre vuelve

Don Draper medita para volver

Este artículo contiene spoilers sobre el final de Mad Men, si no lo has visto aún y sigues leyendo será bajo tu responsabilidad.

Los finales nunca dejan a todo el mundo satisfecho, creo que es una verdad asumida desde hace algún tiempo. Durante la semana pasada, ante el inminente final de Mad Men, se debatió mucho sobre el tema. Todos hemos teorizado un poco sobre cómo sería el cierre que Matthew Weiner nos tenía preparado pero los que veíamos la serie desde una perspectiva realista sabíamos que no sería catárquico ni sorprendente, pero sí coherente con su filosofía y la historia que quería contar.

Weiner nos ha engañado a todos haciéndonos pensar que Mad Men nos contaba la caída de Don Draper como hombre y como concepto, y que el final, redenciones aparte, nos los mostraría en su punto más bajo. pero esa última sonrisa nos recuerda todo lo que se ha dicho sobre él era cierto y que Don siempre vuelve. En ese momento recordamos que todas sus crisis existenciales han acabado de la misma forma, volviendo a ser quien era, un publicista, un mujeriego y un alcohólico. Don Draper nunca cambia, y eso es muy coherente con la idiosincrasia de la serie.

Esa sonrisa, ese anuncio de Coca Cola nos indica también que las despedidas que hemos visto previamente no son tales, pues Don volverá a Nueva York a trabajar junto a Peggy, verá a su hija o, al menos, hablará con ella por teléfono como siempre hace y, seguramente, despedirá a Betty como se merece. La conversación con su ex mujer es la más emotiva por razones obvias, sobre todo cuando deja de luchar y accede a respetar sus últimos deseos. Quien no está dispuesta es Sally, que vuelve a casa para cuidar de sus hermanos como su madre hizo cuando era pequeña. Otra vez se cierra el círculo. Personalmente me entristece que Sally no vuele más alto, la chica se merecía mucho más, quizás el viaje a Madrid hubiera sido un buen final para ella. Sólo espero que acabe casándose con Glenn cuando vuelva de la guerra.

Buen final para las mujeres de Mad Men

Dejando de lado a los Draper es hora de hablar de uno de los mejores personajes de Mad Men, Peggy Olson. Su final me resulta un poco inconsistente, pero lo acepto. Me había planteado un final en el que al fin encontrara a su media naranja, pero de la forma en que ocurre, aunque fue emotiva, es atropellada. A pesar de lo que digan por ahí, la tensión sexual y la química entre ella y Stan sí que ha existido pero empezó a ser tan obvia que parecía que este momento no llegaría nunca y su relación se convirtió en fraternal. Quizás debieron empezar a mostrarlo algunos capítulos antes. También es muy tierna su despedida de Pete Campbell, que parece haber encontrado la felicidad lejos de Manhattan y junto a Trudy.

Celebro, en contraposición, la ambición de Joan al renunciar a la cómoda vida que estaba dispuesta a emprender a cambio de un nuevo negocio. Está claro que mujeres como ella fueron las que empezaron a cambiar las cosas y a mí particularmente me emociona que haya acabado eligiendo su propio destino. También me pareció un magnífico cierre el que tuvo con Roger Sterling, que le dejó la herencia a su hijo, cerrando la brillante evolución de esta pareja a lo largo de toda la serie. Él, por su parte, acaba casado con una mujer madura, quién lo diría, cerrando la historia de un personaje genial.

Mad Men no termina con este Person to Person, termina la historia que Weiner nos ha querido contar. Los personajes seguirán viviendo sus vidas. Don volverá a irse algún día a reencontrarse a sí mismo, engañará a su próxima esposa, beberá, fumará y creará exitosas campañas publicitarias. Peggy volverá a obsesionarse con el trabajo y puede que lo suyo con Stan no salga bien. O puede que Sally sí consiga venir a España después de todo. Hay gente que no concibe una serie sin un final cerrado con sus personajes viviendo felices para siempre, pero esto es lo que hay, la mayoría de las veces las historias de ficción nos cuentan una parte de sus vidas. Recordemos que el cómo y el por qué son mucho más importantes que el qué. Y el final de Mad Men es casi perfecto.

5 características que demuestran que Mad Men es una obra de arte

Mad Men Temporada 7

Quedan pocas horas para que comience la última tanda de episodios de Mad Men y ya huele a final. Ya la estoy echando de menos, en realidad desde que se anunció su final siento nostalgia y desasosiego por perder de vista a estos publicistas de Madison Avenue y su loco estilo de vida. La serie de AMC se ha convertido en un referente histórico, estético, narrativo, feminista y que nos ha presentado a la figura del showrunner total. Estos aspectos son lo que convierten a Mad Men en una obra de arte.

Rigor histórico

Los libros de texto nos pueden explicar a grandes rasgos la historia de una determinada civilización o tiempo concreto pero Mad Men nos ha contado la vida, directamente en nuestros salones, de Estados Unidos en los años 60 centrándose en unos personajes que ejemplifican a la perfección el profundo cambio social que se produjo en esa década. El asesinato de Kennedy o Luther King, la revolución feminista, los disturbios raciales, la Guerra de Vietnam o la llegada del hombre a la luna contada con el rigor histórico de un documental pero ficcionado y entrando en las casas de los personajes y viviendo sus vidas de primera mano.

Narrativa

Ya lo vimos en otras obras maestras como Los Soprano, Matthew Weiner se mete en la cabeza de los protagonistas, en su psicología, creando personajes y situaciones verdaderamente complejas. A veces no comprendemos en primera instancia determinadas acciones, pero como un perfecto engranaje todo va encajando capítulo a capítulo. Los detractores de Mad Men dicen que nunca pasa nada, pero se equivocan totalmente pues pasan demasiadas cosas, pero son tan complejas y profundas que muchos no saben verlas. Lo que pasa en Mad Men es la vida.

Jon Hamm, protagonista de Mad Men

Estética

La estética es uno de los rasgos distintivos de Mad Men. El diseño de vestuario es espectacular, mientras la sobriedad en la indumentaria masculina representa la decadencia del hombre de los 50, el color en los vestidos de las mujeres representa el florecimiento de ellas, que a partir de este momento tomarán las riendas de su propio destino. También el diseño de producción es crucial para conseguir la unidad estética de la serie, los decorados y las (pocas) localizaciones que aparecen están muy conseguidos. Y, como no, la fotografía de la serie hace el resto, con sobriedad y mucho estilo nos presenta unas imágenes bellísimas.

Feminismo

Siempre se dice que Mad Men es una serie de mujeres aunque no lo parece. Los hombres empiezan teniendo el mando en el trabajo y la familia pero a lo largo de las siete temporadas han ido perdiendo el poder en favor de sus compañeras de trabajo o sus esposas sin darse cuenta de ello. La revolución feminista se deja sentir en cada minuto de la serie gracias a unos personajes femeninos muy fuertes y modernos, modernos incluso para esta época donde el papel de la mujer todavía está muy por debajo. Ya desde la sala de guionistas se puede sentir el cambio pues siete de los nueve guionistas principales son mujeres.

Showrunner total

Matthew Weiner ha trabajado en la creación de Mad Men desde 1999, por lo que podemos decir que es el trabajo de su vida. La figura del showrunner ha adquirido una nueva dimensión gracias a él. Se ocupa de los guiones, de la dirección y de todos los aspectos de la producción y da luz verde al trabajo de todos los profesionales del equipo. Muchos le han tachado de excesivamente controlador y probablemente sea difícil trabajar a su lado pero eso es algo que se agradece como espectador. La perfección que busca Weiner en todos los estratos del equipo se palpa en pantalla y, a pesar de que nada es perfecto, hay que reconocer que Mad Men lo parece demasiado.

El momento ha llegado. Esta noche, a partir de las 21:30 en Canal+ Series y en versión original subtitulada empezamos la cuenta atrás con el octavo capítulo, titulado Severance (Ruptura). Os dejamos unas fotos para abrir boca, cortesía de Canal+.

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Jon Hamm, protagonista de Mad Men
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