Este artículo contiene spoilers sobre el final de Mad Men, si no lo has visto aún y sigues leyendo será bajo tu responsabilidad.
Los finales nunca dejan a todo el mundo satisfecho, creo que es una verdad asumida desde hace algún tiempo. Durante la semana pasada, ante el inminente final de Mad Men, se debatió mucho sobre el tema. Todos hemos teorizado un poco sobre cómo sería el cierre que Matthew Weiner nos tenía preparado pero los que veíamos la serie desde una perspectiva realista sabíamos que no sería catárquico ni sorprendente, pero sí coherente con su filosofía y la historia que quería contar.
Weiner nos ha engañado a todos haciéndonos pensar que Mad Men nos contaba la caída de Don Draper como hombre y como concepto, y que el final, redenciones aparte, nos los mostraría en su punto más bajo. pero esa última sonrisa nos recuerda todo lo que se ha dicho sobre él era cierto y que Don siempre vuelve. En ese momento recordamos que todas sus crisis existenciales han acabado de la misma forma, volviendo a ser quien era, un publicista, un mujeriego y un alcohólico. Don Draper nunca cambia, y eso es muy coherente con la idiosincrasia de la serie.
Esa sonrisa, ese anuncio de Coca Cola nos indica también que las despedidas que hemos visto previamente no son tales, pues Don volverá a Nueva York a trabajar junto a Peggy, verá a su hija o, al menos, hablará con ella por teléfono como siempre hace y, seguramente, despedirá a Betty como se merece. La conversación con su ex mujer es la más emotiva por razones obvias, sobre todo cuando deja de luchar y accede a respetar sus últimos deseos. Quien no está dispuesta es Sally, que vuelve a casa para cuidar de sus hermanos como su madre hizo cuando era pequeña. Otra vez se cierra el círculo. Personalmente me entristece que Sally no vuele más alto, la chica se merecía mucho más, quizás el viaje a Madrid hubiera sido un buen final para ella. Sólo espero que acabe casándose con Glenn cuando vuelva de la guerra.
Dejando de lado a los Draper es hora de hablar de uno de los mejores personajes de Mad Men, Peggy Olson. Su final me resulta un poco inconsistente, pero lo acepto. Me había planteado un final en el que al fin encontrara a su media naranja, pero de la forma en que ocurre, aunque fue emotiva, es atropellada. A pesar de lo que digan por ahí, la tensión sexual y la química entre ella y Stan sí que ha existido pero empezó a ser tan obvia que parecía que este momento no llegaría nunca y su relación se convirtió en fraternal. Quizás debieron empezar a mostrarlo algunos capítulos antes. También es muy tierna su despedida de Pete Campbell, que parece haber encontrado la felicidad lejos de Manhattan y junto a Trudy.
Celebro, en contraposición, la ambición de Joan al renunciar a la cómoda vida que estaba dispuesta a emprender a cambio de un nuevo negocio. Está claro que mujeres como ella fueron las que empezaron a cambiar las cosas y a mí particularmente me emociona que haya acabado eligiendo su propio destino. También me pareció un magnífico cierre el que tuvo con Roger Sterling, que le dejó la herencia a su hijo, cerrando la brillante evolución de esta pareja a lo largo de toda la serie. Él, por su parte, acaba casado con una mujer madura, quién lo diría, cerrando la historia de un personaje genial.
Mad Men no termina con este Person to Person, termina la historia que Weiner nos ha querido contar. Los personajes seguirán viviendo sus vidas. Don volverá a irse algún día a reencontrarse a sí mismo, engañará a su próxima esposa, beberá, fumará y creará exitosas campañas publicitarias. Peggy volverá a obsesionarse con el trabajo y puede que lo suyo con Stan no salga bien. O puede que Sally sí consiga venir a España después de todo. Hay gente que no concibe una serie sin un final cerrado con sus personajes viviendo felices para siempre, pero esto es lo que hay, la mayoría de las veces las historias de ficción nos cuentan una parte de sus vidas. Recordemos que el cómo y el por qué son mucho más importantes que el qué. Y el final de Mad Men es casi perfecto.

El cine y las series de televisión son mi pasión, aunque la Edad de Oro de la pequeña pantalla me conquistó sobre todas las cosas. En Cultura Seriéfila analizo toda ficción que lo merezca con una dosis muy alta de opinión. También me podéis escuchar en el podcast de Cultura Seriéfila y eventualmente en La Jungla Radio.