Hace un par de días Canal+ Series confirmaba que emitirá Mozart In The Jungle en mayo. La serie de Amazon vio la luz en diciembre y tardará cinco meses en llegar a nuestro país. Desde el mismo momento del anuncio, ya circulaban por Twitter opiniones que se quejaban de la tardanza de este estreno. Por supuesto, soy el primero que celebra la emisión lo más cercana posible al país de origen, pero en ocasiones creo que estamos exigiendo demasiado.
El catálogo de las series que están llegando es más amplio del que somos capaces de ver, incluso para los que escribimos sobre ellas, y las cadenas no pueden soportar una oferta mundial para un país de 45 millones de personas, porque no hay canales suficientes para englobarlas por un lado, y porque no son rentables para ellos, pues su audiencia, admitámoslo, es irrisoria y si hablamos de televisión de pago, más aún, ésta se está fragmentando pero no individualizando. Es cierto que las generalistas podrían esforzarse mucho más en promocionarlas, pero en sus parrillas hay hueco para unas pocas series contadas con los dedos de la mano y la mayoría se tendrían que ir al TDT, donde en ocasiones ni siquiera una buena promoción consigue cuadrar las cifras.
Una solución muy actual podrían ser las plataformas de Video On Demand, pero no son la panacea, ya que seguirán careciendo de dinero para hacerse con los derechos de todas las series de estreno o de siempre. La llegada de Netflix a España se espera con mucha ilusión, como si su catálogo fuera infinito e instantáneo. Pero no lo es, de hecho parece que muchos no saben que Netflix incorpora temporadas completas y no capítulos semana a semana, algo que seguiría sin ser suficiente para algunos que, por ejemplo, no pueden esperar 24 horas para ver The Walking Dead en FOX España y prefieren descargarla alegalmente y que difícilmente pagará por un servicio que tardará meses en colgar la temporada completa.
Estos impacientes seriéfilos son minoría a pesar del ruido que hagan en las redes sociales, y ellos mismos van añadiendo presión a sus espaldas para ver las series antes que los demás, primero para evitar spoilers, segundo para escribir antes sobre ellas y generar más visitas y tercero, por puro postureo, o acaso pensábamos que este sector se iba a quedar libre del “españolito”. No. De esta forma el seriéfilo se torna en seriéfago, cuyo cerebro destruye automáticamente lo que ve, y éste deriva en serieadicto, que roba tiempo a su sueño, a su trabajo y a sus seres queridos para saciar su ansia. El primer paso es admitirlo, y admitámoslo, ni nuestras cadenas ni nosotros damos abasto para abarcar tantas series. Y no nos hace falta.

El cine y las series de televisión son mi pasión, aunque la Edad de Oro de la pequeña pantalla me conquistó sobre todas las cosas. En Cultura Seriéfila analizo toda ficción que lo merezca con una dosis muy alta de opinión. También me podéis escuchar en el podcast de Cultura Seriéfila y eventualmente en La Jungla Radio.
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