Los secretos de las familias ricas y poderosas han servido como motor para contar historias desde los culebrones de los 80, tanto estadounidenses como mexicanos, hasta incluso la actualidad con series que vienen a ser lo mismo aunque disfrazadas de otro género o con producciones más espectaculares. La casa de las flores revisita la telenovela, valiéndose de sus mismas herramientas, pero desde la comedia. Siempre nos ha gustado indagar las miserias de los ricos, desvelar sus secretos inconfesables, verles arruinados, sí, pero ahora además también nos vamos a reír con ellos. Nosotros ya hemos visto los trece episodios de la primera temporada y esta es nuestra crítica sin spoilers.
Vamos a empezar por la sinopsis.La serie nos narra la historia de los De la Mora, una de las familias más célebres de México, que además de muchas propiedades, tienen una floristería (o «florería») llamada La casa de las flores, motivo de su orgullo. Pero detrás de su aparente felicidad, se esconden secretos y mentiras que empezarán a salir a la luz irremediablemente cuando la amante del padre de la familia, Ernesto, se suicida durante su fiesta de cumpleaños.
La serie está creada por el joven cineasta Manolo Caro y protagonizada por Verónica Castro, una de las actrices de telenovelas más conocidas y una de las mayores divas de México. Ella es Virginia de la Mora, la matriarca de esta familia que se desmorona ante sus ojos, y sobre la que pivota toda la trama. Sus hijos son Paulina (Cecilia Suárez), Elena (Aislinn Derbez) y Julián (Darío Yazbek Bernal), que serán las fuentes de conflicto permanente hacia la estabilidad de la familia al mismo tiempo que son los elementos que los solucionan.
La casa de las flores, como decíamos, recupera los líos de la alta sociedad con el aroma de la telenovela clásica, a la que parece que Manolo Caro quiere acercarse, pero no demasiado. El cineasta parece tenerle excesivo respeto al género y en cierto modo busca homenajearlo, pero no deformarlo. Se queda así a medio camino, sólo guiños y retratos de personajes de alta sociedad, pero poco más. Además, durante los dos primeros episodios le cuesta encontrar el tono, algo que puede despistar al espectador que se acerca sin saber qué es lo que va a ver, si un drama o una comedia. Con el paso del tiempo, la comedia negra se va imponiendo y se va haciendo cada vez más divertida. Las similitudes con Mujeres desesperadas es algo que se puede notar desde la cabecera hasta la narración en off de la persona que se suicida.
Si por algo La casa de las flores es conocida antes de su estreno fue por aquella polémica por la presencia de Paco León interpretando a una mujer transexual cuando podría haberlo hecho una real, por aquello de que les cuesta conseguir papeles, que también es cierto. Polémica estéril bajo mi punto de vista, puesto hay varias mujeres transexuales en el elenco. Justifico su presencia por aparecer en flashbacks con su aspecto de hombre, por la capacidad de transformación del actor y por aportar una cara conocida para el público español. No olvidemos que Netflix siempre intentan que sus series sean lo más universales posible, y teniéndole a él, y a esta polémica, se puede asegurar un montón de visionados a este lado del charco. Puro marketing. Además, la serie nos abre un panorama bastante optimista ante la diversidad sexual, empezando por una pareja interracial, siguiendo por la homosexualidad, bisexualidad y hasta tríos. Aunque dentro de la serie todas estas identidades sexuales les jueguen malas pasadas a los protagonistas, Manolo Caro las refleja con toda la naturalidad del mundo, e incluso las celebra. En ese sentido, gran trabajo.
Desde el punto de vista técnico, el nombre de la serie invita a crear una fotografía colorista (como la que tenía Mujeres desesperadas, también). Sin embargo, aunque sí hay color en las escenas de la floristería, pero no llama toda la atención que debiera. Para eso está la música, que repasa multitud de temas muy conocidos para los mexicanos, e incluso un par de temas de Alaska y Mecano. En cuanto a los actores, hay que destacar a Verónica Castro sobre todos los demás, que se mueve como pez en el agua en un registro que domina a la perfección y no está nada mal en la parte cómica. Junto ella, debo destacar a Cecilia Suárez, un descubrimiento para mí y que a la postre me parece el personaje que mejor conjuga la parte dramática y la vis cómica, con su particular forma de hablar alargando las sílabas hasta el infinito. Paco León también está muy correcto, así como Aislinn Derbez, por destacar a alguien más. El resto, varios escalones por debajo.
En definitiva, La casa de las flores no va a romper moldes ni dentro de la ficción mexicana ni mundial, pero sí es un producto muy entretenido que seguro que tendrá muchos visionados en la plataforma. Se estrena el próximo viernes 10 de agosto en Netflix.

El cine y las series de televisión son mi pasión, aunque la Edad de Oro de la pequeña pantalla me conquistó sobre todas las cosas. En Cultura Seriéfila analizo toda ficción que lo merezca con una dosis muy alta de opinión. También me podéis escuchar en el podcast de Cultura Seriéfila y eventualmente en La Jungla Radio.