Hace unas semanas que no escribo en el blog, cosas de la temporada estival, pero volvemos con uno de los platos fuertes de este 2017. The Hadmaid’s Tale es ya una de las series del año a pesar de que queda casi la mitad pero hay que reconocer que Hulu se ha apuntado un tanto con esta versión de la novela homónima de Margaret Atwood, que en España ha sido emitida por HBO. Su estética, su dura historia, su música y, sobre todo, el trabajo de sus actrices, me ha fascinado. Pasamos a desgranarla.
The Handmaid’s Tale es un drama distópico de corte social en el que las mujeres han perdido todos sus derechos, desde trabajar hasta incluso leer libros. En un mundo en el que la infertilidad es una plaga que afecta a todo el planeta, el régimen totalitario que gobierna el territorio que antes era Estados Unidos somete a las pocas mujeres capaces de engendrar niños para que sean las madres de los hijos de los líderes del mismo. Crean así un estado de esclavitud basado únicamente en la reproducción, entre otras muchas connotaciones.
¿Distopía?
La propia autora se apresuró años atrás, la novela data de 1985, a aclarar que no se había inventado nada porque todo lo que narraba ya había sucedido en el mundo. En efecto, uno de sus puntos fuertes es su credibilidad y en más de una ocasión nos preguntamos cuánto de cerca podríamos estar de un régimen así, o si sería posible que pudiera llevarse a cabo en el mundo desarrollado. Parece difícil teniendo en cuenta los grandes avances del feminismo en los últimos tiempos, pero recordemos que en la serie los hijos de Jacob surgen como respuesta a un problema de infertilidad global, igual que el nazismo o más recientemente el «trumpismo», aunque éstos últimos sí llegaron al poder democrática y pacíficamente.
The Handmaid’s Tale, además acierta de lleno en el trasfondo en el que se produce esta infertilidad global, al parecer provocada por la contaminación y el cambio climático, que también está causando escasez de alimentos. Por otro lado, se menciona otro aspecto que me parece importante como es la inacción de la población ante las constantes agresiones contra la democracia y la libertad individual y colectiva. Algo parecido pasa ahora cuando los gobiernos hacen y deshacen sin que el pueblo se manifieste, pues nos tienen maniatados con el trabajo, las obligaciones y las constantes distracciones a las que somos sometidos.
Este movimiento retrógrada surge como intento de solución a un problema, por tanto debemos preguntarnos (y aquí estoy siendo abogado del diablo) si su objetivo final justifica los medios. En efecto, están consiguiendo que nazcan bebés y países como México ya se plantean importar a las criadas. Por tanto, debemos hacernos la pregunta: ¿qué opción habría que fuera justa e igualitaria para que la humanidad no se extinguiese, teniendo en cuenta que las mujeres fértiles libres no tendrían más de dos o tres hijos como ocurre en la actualidad? Puede que la respuesta sea que en caso de que hayamos llegado hasta ese punto, quizás no merezcamos seguir sobre la faz de la Tierra.
Fondo… y forma
Estamos de acuerdo en que The Handmaid’s Tale tiene una temática sobre la que podríamos debatir eternamente y una potente historia detrás, pero la serie de Hulu (HBO España) ha conseguido que nos quedemos boquiabiertos con su fotografía, muy gris en el fondo que juega con los claroscuros como si de la pintura holandesa del renacimiento se tratara. Y sólo el color de los uniformes, sobre todo el rojo de las criadas y el verde azulado de las señoras rompen una monotonía totalmente buscada. Incluso éstos dos colores no son vivos sino también un poco apagados. El lenguaje audiovisual consigue causarnos mucha angustia gracias a, por ejemplo, los primerísimos planos sobre los protagonistas, que además de lograr expresividad, también nos da sensación de opresión y falta de libertad. Algo que también consigue el sonido ambiente de las walkies de los guardias, que siempre están presentes cuando Defred y su compañera pasean por la calle. La música ofrece un envoltorio de lujo a la serie, mezclando composiciones originales con temas de rock clásico haciendo referencia a la época de publicación de la novela.
Como buena serie de mujeres que es, las actrices brillan con luz propia. Elizabeth Moss aguanta los primeros planos de la misma forma que su personaje aguanta las constantes vejaciones a las que está siendo sometida. Le da la réplica una espléndida Yvonne Strahovski, aunque no haya conseguido una nominación al Emmy que habría sido muy merecido. Tampoco la han conseguido Samira Wiley o Alexis Bledel, aunque consigan transmitir muchísimo en el poco que aparecen en pantalla. Sobre ellas en autoridad, la siempre creíble Ann Doud, que sí opta a estatuilla, borda otro papel de institutriz severa y violenta. Una decisión de casting muy acertada.
En definitiva, The Handmaid’s Tale tiene todo lo necesario para ser tratada como una gran serie. Podemos echarle en cara cierta parsimonia en la narración, o que esta primera temporada haya sido una mera introducción, pero cumple la función de presentación de personajes y de una sociedad compleja. Lo más importante es que sus creadores han conseguido despertar la sensibilidad del espectador, alcanzando niveles de crudeza muy alto que no nos sacan de la narración, e insisto, el trabajo de las actrices consiguen que acabemos los capítulos con un nudo en la garganta.
Si queréis ampliar la información o simplemente profundizar en The Handmaid’s Tale, os dejo a continuación un podcast en el que tengo el placer de colaborar, Idiócratas Aficcionados, espero que lo disfrutéis y disculpad el spam.

El cine y las series de televisión son mi pasión, aunque la Edad de Oro de la pequeña pantalla me conquistó sobre todas las cosas. En Cultura Seriéfila analizo toda ficción que lo merezca con una dosis muy alta de opinión. También me podéis escuchar en el podcast de Cultura Seriéfila y eventualmente en La Jungla Radio.