Que salga este artículo en marzo de una serie que se emitió en enero no es casual. Bueno, un poco sí, pero aprovecho la tesitura para reflexionar sobre esta bulimia cultural que provoca que nos olvidemos de ficciones que han hecho mucho ruido casi al instante, daños colaterales de lo que hemos venido a llamar Peak TV. El «marcar como visto» de TV Time se ha convertido en deporte nacional y eso nos impide reflexionar sobre lo que hay detrás de las historias que vemos a diario. The End of The F***ing World ha gustado mucho en general, pero no todo el mundo ha llegado a la raíz de lo que quería contar en realidad.
The End of The Fucking World (así, sin censura) nos cuenta la historia de dos adolescentes, James y Alyssa. James cree que es un psicópata y hasta ahora ha dado rienda suelta a su instinto matando animales, pero cree que ha llegado el momento de escoger una víctima humana, que donde entra ella. Alyssa es una chica una chica enfadada con el mundo a la que se le ha juntado la adolescencia con carencias afectivas graves. Juntos iniciarán un loco viaje en el que cada uno busca una cosa pero en el que encontrarán mucho más de lo que esperaban. Está basada en una novela gráfica escrita por Charles S. Forsman, adaptada por Charlie Covell, conocida como actriz de Marcella y escritora de un par de episodios de Banana. Los protagonistas son Jessica Barden (Penny Dreadful) y Alex Lawther (Black Mirror, Howard’s End).
Para mi gusto, El fin del maldito mundo es una serie fea, muy incómoda de ver. Y es curioso porque lo tiene todo para ser muy atractiva, incluso tiene el toque indie que tanto me gusta y otros criterios objetivos, bueno, los más objetivos posible. Tiene una fotografía y una realización muy arriesgadas, un ritmo muy interesante gracias a su montaje, una colección de temas musicales genial y una narrativa muy llamativa, que dista mucho de productos recientes de temática similar como Everything Sucks. Todo bien, excepto una cosa: los personajes. Durante los ocho episodios me he preguntado si el psicópata soy yo porque ambos me han parecido asesinables. Están escritos de forma muy extrema, tanto que me cuesta comprender sus motivaciones incluso después de haber vivido semejantes traumas que no voy a desvelar. Es decir, la vida no te puede hacer nada para que seas así de gilipollas, dicho con toda la frivolidad del mundo, lo sé.
Ahora bien, como metáfora funciona a las mil maravillas. La exposición de sus traumas y sus consecuencias sirven para contarnos cómo son los sentimientos a los que los adolescentes se enfrentan a menudo, como la falta de comprensión por parte de los adultos, los problemas de identidad o la falta de pertenencia. Pero no sólo ellos son extremos, sino también el mundo en el que se mueven y la gente con la que se van encontrando en su road trip particular. Y a pesar de todo lo anterior le vas cogiendo cariño a James y Alyssa, porque realmente lo que tienen alrededor está podrido y les está pudriendo por dentro, aunque por más que huyen no consiguen dejar atrás la putrefacción de la sociedad.
Por eso, y porque te das cuenta de que los adultos son horribles y ellos al fin y al cabo son sólo niños, adolescentes a punto de cambiar su punto de vista sobre el mundo. Aunque parezca que Alyssa y James no tienen ni pizca de inocencia, el viaje que emprenden no es más que su salida del cascarón y comprobar lo duro que es el mundo por mucho que sus vidas ya sean una mierda. Eso les hará madurar definitivamente. O no. Ese es el valor de The End of The F***ing World, el trasfondo que tiene la historia, que ha sido contada de forma muy exagerada para llamar la atención de los jóvenes y no tan jóvenes, aunque puede que yo me esté haciendo viejo y no me guste nada la forma.
The End of The F***ing World (El maldito fin del mundo) está disponible en Netflix

El cine y las series de televisión son mi pasión, aunque la Edad de Oro de la pequeña pantalla me conquistó sobre todas las cosas. En Cultura Seriéfila analizo toda ficción que lo merezca con una dosis muy alta de opinión. También me podéis escuchar en el podcast de Cultura Seriéfila y eventualmente en La Jungla Radio.