Hace un par de años, Netflix prometió inundar el mercado con un montón de ficciones originales cada año, concretamente iban a intentar estrenar una temporada o una nueva serie cada dos semanas. Los seriéfilos empezamos a salivar porque los únicos referentes que teníamos de la plataforma eran House of Cards y Orange Is The New Black, ambas cotizando muy al alza. Después de un 2015 sobresaliente, con algunos estrenos destacados como Daredevil, Sense8, Narcos, Unbreakable Kimmy Schmidt o Jessica Jones, 2016 no está siendo todo lo productivo que cabría esperar.
Obviamente, el nivel sigue muy alto porque todas esas series siguen en activo y poco a poco van estrenando nuevas temporadas pero me gustaría centrarme en el material nuevo de lo que llevamos de año. Tan sólo se ha estrenado un drama, Marseille, del que hablaremos un poco más adelante, y cinco comedias, Love, Flaked, The Ranch, Fuller House y Lady Dynamite, que han pasado sin pena ni gloria, más bien con un poco de pena. Y eso que todas ellas vienen con nombres populares entre el público norteamericano y un revival de una sitcom que, aunque arrasó en los noventa, tenía (y tiene) un nivel bastante bajo. Esos nombres de relumbrón han servido para que su público se mantenga fiel pero poco más. Todas ellas me parecen series del montón, de relleno para un catálogo cada vez más extenso, y más disperso.
Hace unos meses supimos que Netflix preparaba su primera serie original hecha en España con el apoyo de la productora Bambú, un drama de 16 episodios sobre cuatro operadoras de la compañía telefónica en los años 20 del siglo pasado, algo muy positivo porque la plataforma es una recién llegada al mercado y darle proyección internacional podría ser un gran impulso para nuestra ficción, que podría dar varios pasos adelante. El problema es que el único referente de serie europea que tenemos es Marseille, una de las peores de lo que llevamos de año a pesar de que ha sido renovada, y claro, nos llena de incertidumbre sobre lo que puede hacer Netflix a nivel internacional. Tendremos que esperar para ver otras como la japonesa Hibana.
Pero el drama francés ha sido novedoso en una cosa, ha sido la primera vez que público y críticos han alzado la voz unánimemente en su contra, algo que no es tan fácil de conseguir con las series de Netflix. Es cierto que el nivel de la plataforma es alto pero hay una tendencia de estimar en exceso sus productos. A HBO se le han dado bastantes palos por dar luz verde a series como Vinyl que, si bien no es lo mejor de la cadena, sigue siendo muy superior a la mayoría de dramas que día sí, y día también, se estrenan en todo el mundo pero da la sensación de que ésta habría sido mejor valorada si fuera de Netflix. HBO se ha ganado el derecho a ser criticada por hacer un producto inferior a sus estándares, pero también creo que la plataforma se ha ganado un prestigio a pulso que debe mantener y con lo que llevamos visto este año, parece que en su agenda prima la cantidad sobre la calidad.
El algoritmo de Netflix es muy efectivo para conocer los gustos de sus suscriptores y parte de su éxito reside en esta capacidad de anticipación, pero ha llegado el momento de que responda sobre qué tipo de series producir. Si el modelo son las House of Cards, Orange Is The New Black, etcétera, o las Flaked, Fuller House o Marseille.

El cine y las series de televisión son mi pasión, aunque la Edad de Oro de la pequeña pantalla me conquistó sobre todas las cosas. En Cultura Seriéfila analizo toda ficción que lo merezca con una dosis muy alta de opinión. También me podéis escuchar en el podcast de Cultura Seriéfila y eventualmente en La Jungla Radio.